La gran difusión de la cerámica
africana durante los últimos siglos del Imperio demuestra que a pesar de
encontrarnos en un periodo de decadencia política y económica, las rutas
comerciales se mantuvieron prácticamente intactas. Esta unidad comercial que
sobrevivió más allá de la desintegración del Imperio favoreció la aparición de
nuevas producciones cerámicas, de nuevos rasgos tipológicos y tecnológicos, y que se
benefició del intenso comercio marítimo alimenticio. Los cargamentos de cerámicas
en los transporte de productos alimenticios se consideraban bien comercial
complementario o parasitario, ya que no se hacía un comercio de cerámicas y
vajillas como tal, sino que rellenaban los espacios libres en los cargamentos de
grano u otro producto agrícola. Así es como la Terra Sigillata Africana (TSA) consigue llegar a todo el Imperio a través de su difusión comercial, además de
que le acompañaran otras condiciones propicias como era la gran producción
agrícola excedentaria en productos de primera necesidad como eran el trigo, el
aceite y el vino, de los grandes latifundios africanos. Por lo tanto,
acompañando a estos cargamentos, la TSA y la cerámica de cocina africana
consiguieron ser casi los únicos recipientes utilizados tanto en las cocinas como
en las mesas de todo el Imperio.
Un ejemplo de ello es el
yacimiento que vamos a tratar aquí: San Vicenzino es un yacimiento de la costa
septentrional de la antigua Etruria, con una secuencia cronológica desde
prácticamente de época tardo-republicana hasta la Baja Edad Media. Además, es
peculiar el papel dominante que adopta la Terra Sigillata Africana y la
alta diversidad representada en el mismo. Dentro de la TSA, los
protagonistas son los tipos D y A, en constante competencia.
Mapa de Etruria con la localización de la villa de San Vicenzino |
A través del estudio del registro
material cerámico, observamos cómo esta villa se encuentra bien inserta en el
circuito comercial a la que paulatinamente las producciones africanas se están
incorporando al comercio del Mediterráneo occidental, buen ejemplo de ello son
las ánforas encontradas en el yacimiento: la presencia de contenedores
anfóricos africanos de los tipos I y II (Keay 25 1 y 3) completan el arco
cronológico de la TSA A y A/D, datada entre finales del siglo III y finales del
siglo V d.C. También debemos tener en cuenta la forma principal de la TSA C,
que coinciden durante la primera mitad del siglo III con la Lamboglia 40bis. La
TSA C está representada tan sólo por una forma: la Hayes 50, con alguna
variante cronológica como la Hayes 50B, cuya presencia se muestra desde la
forma más difundida como es la del plato hasta completar la vajilla de mesa.
Otra de las formas que acompañan al máximo exponente son el plato Lamboglia 41,
el cuenco Lamboglia 42 y la muy tardía 73B, que ocupa los años centrales del
siglo V d.C.
TSA C: Hayes 50 |
La TSA D se concentra entre el
siglo IV y todo el siglo V. Coincide en fechas con el cuadro mediterráneo en el
que el mercado africano resurge en su fase más culminante entre la segunda
mitad del siglo IV y la primera mitad de siglo V d.C., periodo en el que la TSA
en Italia tiene su máxima difusión. De las formas adscritas a la TSA D que
encontramos en esta villa en torno a estas fechas, destacamos el cuenco Hayes
58 B, Hayes 59, la variante de Hayes 63 con doble acanaladura sobre el borde
producido probablemente en Bordj el Djerbi, los jarrones con tiras Hayes 91 A y
B, el cuenco Hayes 67 A y B, datada entre finales del siglo IV y la primera
mitad del siglo V d.C., y finalmente la formas más tardía, los cuencos Hayes 76
y 79. Del cuenco Hayes 61 sólo se han hallado los ejemplares pertenecientes a
la fase inicial de su producción, la Hayes 61 A, seguida por su variante de
transición, la Hayes 61 B. Gracias al trabajo de Bonifay, hemos podido
identificar la variante A/B 4 de esta forma, datada en el primer tercio del
siglo V d.C. La Hayes 61 B y una gran número de variantes se encuentran
ampliamente representadas, lo que evidencia la perdurabilidad del cuenco,
numéricamente mayor que otras formas de TSA D coetáneas como la Hayes 67 o el
jarrón de tiras dobles Hayes 91. Ello nos da cierta información sobre las
preferencias de los habitantes de la villa, sobre todo teniendo en cuenta dos cuestiones:
el valor sustitutivo y/o complementario del cuenco frente a la forma más
difundida, Hayes 50, en términos de funcionalidad; y la imitación de la misma
en los talleres locales en una variante de barniz rojo, aunque la reproducción
no es muy fidedigna y las dimensiones en la copia se reduzcan.
TSA D: Hayes 61 |
Sucesivamente
y sobre todo a finales del siglo V encontramos una notable reducción de las
importaciones aunque no por ello cesan las producciones tardías representadas
por la TSA C5 desde Sidi Marzouk Tounsi, en particular la copa Hayes 85 a
partir de la mitad del siglo V hasta el primer cuarto del siglo VI; el cuenco
Hayes 82 y la forma Gouvest E3, de la misma cronología.
Una serie de formas completan la
secuencia tipocronológica de San Vincenzino hasta finales de la Tardoantigüedad,
teniendo en cuenta que las clases importadas desde África no permiten
establecer cronologías más allá del siglo VI. Un ejemplo de ello son las
lucernas de TSA encontradas en la villa: la mayoría pertenecen a la forma VIII
Atlante, representada en una lucerna tipo Ala con un crismón simple dentro de una
circunferencia datada entre el 440-460/470, complementada por la forma Atlante
X, representada por una lucerna tipo XA2 con decoración sobre un disco y sobre
el hombro del asa recuerda a una tableta, un repertorio decorativo que proviene
de Sidi Marzouk Tounsi entre las décadas centrales del siglo V d.C.
Lucerna de TSA Atlante VIII con decoración de un crismón en el disco |
La importancia de la Terra Sigillata Africana
reside, no ya sólo en su gran difusión y la diversidad de contextos
estratigráficos en los que se encuentra, sino también por el fenómeno al que da
pie: la imitación local de sus formas. La artesanía local se empeña en realizar
una producción cuyo modelo es la TSA pero que sin embargo es una salida más
económica de cumplir con los requerimientos de un mercado interregional ya
fuertemente condicionado por la presencia de vajilla importada. Es un fenómeno
que no sólo encontramos en San Vicenzino o en los alrededores del río Cecina,
cercano a nuestro yacimiento, sino que se da en toda Italia incluso de manera
general en el Mediterráneo. Particularmente, se ha constatado y se incide en
los estudios que la producción local de TSA es algo que se da con mayor
frecuencia en aquéllas formas que tienen una gran difusión regional. En el caso
de la cerámica encontrada en las cercanías del río Cecina es la producción de
cerámica roja volterrana, que proviene de un modelo común e intenta imitar
tanto en morfología como en técnica ala
las formas más representativas de la TSA A y D.
Laura Sánchez
BIBLIOGRAFÍA
MACIAS SOLÉ, J.
M., (2003), Cerámicas tardorromanas de Tarragona: economía de mercado versus autarquía, en Anejos de AEspA, XXVIII, pp. 21-39.
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