En anteriores entradas hemos podido observar el alcance y el peso que tuvo la Terra Sigillata Africana como uno de los productos manufacturados más extendidos por el Imperio en sus últimos siglos. Ya no sólo la importancia que adquiere como producto de moda, sino las implicaciones comerciales y económicas que ello significa. En esta nueva entrada analizaremos si realmente esa difusión tan extendida y entendida como tal que hemos comprobado en la Península Itálica se da de la misma manera en otros rincones del basto Imperio Romano. La región de estudio más a mano que encontramos es la Península Ibérica. Os presentamos el caso de la Colonia Patricia Corduba, más concretamente de los datos sobre éste tema que han aportado las excavaciones de la Terraza Media Oriental de su teatro.
El Teatro Romano se encuentra en
el sector suroriental de lo que sería el plano urbano de Colonia Patricia. El teatro se concibe dentro del proyecto
urbanístico de la ciudad encajado en tres terrazas en desnivel a ambos lados
del edificio. La Terraza Media Oriental del Teatro de Colonia Patricia Corduba sirvió como espacio de tránsito desde el
siglo I hasta el final del siglo IV a.C. Concebido así desde la misma
concepción del proyecto de construcción del edificio: como sitio de
representación y como ámbito de conexión entre éste y las zonas alta y baja de
la ciudad. Sin embargo, queda inutilizada como tal tras un terremoto y se
procede a su rehabilitación como zona de paso ocultando los derrumbes con
vertederos y rampas que salven el desnivel entre terrazas.
Planimetría de la Terraza Media Oriental del Teatro Romano de Colonia Patricia Corduba |
Este proceso de rehabilitación se
lleva a cabo en tres fases fácilmente reconocibles según su intencionalidad: un
primer momento, inmediatamente posterior al seísmo, cuando la plaza comienza a
utilizarse como vertedero, proceso que perdurará hasta finales del siglo III.
En este momento, entre los derrumbes, quedaron inmortalizados tanto la
arquitectura urbana que rodeaba al teatro y el ajuar cerámico que les
acompañaba, asociados a las UU.EE.: 12, 6, 32 y 36. La UE 12 nos cuenta la
destrucción de un hábitat doméstico, por lo que la cerámica que aparece en este
estrato es el mejor ejemplo para conocer las costumbres culinarias de la
Córdoba de los dos últimos cuartos del siglo III a.C.
La segunda fase de colmatación se
debe a la administración de los derrumbes y escombro para uniformar la
superficie de vertedero y realizar una
rampa que permitiera el paso de nuevo entre las terrazas. Los continuos aportes
de tierra para la uniformidad del suelo se realizaron durante la primera mitad
del siglo IV. Estas nuevas capas de tierra se identifican con la UE 5. Es aquí
donde comienza el proceso de rehabilitación urbanística de la ciudad. Se puede
seguir la evolución del repertorio cerámico durante los tres primeros cuartos del
siglo IV hasta que finalmente queda totalmente obstruido cuando se desploma la
fachada del Teatro y queda totalmente inutilizada esta zona. Una tercera y
última fase de colmatación transcurre entre este momento de inhabilitación y a partir del siglo IV con el saqueo y expolio
sistemático del derrumbe de la fachada de la cavea hasta la total desaparición del teatro en los primeros años
del siglo V.
A continuación, procedemos a
describir el material cerámico asociado a cada fase:
En el primer proceso de colmatación, como antes hemos explicado, se
trata de los momentos inmediatamente posteriores al terremoto acontecido en el 260-290 d.C. aproximadamente. En estos
estratos, la TSA C destaca como elemento guía para poder definir los límites
cronológicos entre los derrumbes de las viviendas y edificios colindantes hasta
su amortización para la construcción de la rampa de acceso. La producción C nos
habla realmente de hasta cuándo estuvo en funcionamiento el ambiente urbano que
rodeaba al teatro.
Para el momento del desescombro
de las casas se constatan dos subproducciones características del siglo III: C1
y C2, lo que nos da una fecha final del 220 d.C. Las dos formas más
características de la producción C y que tienen representación en los estratos
que analizamos son la Hayes 44 nº 11, documentada tan sólo a través de un
ejemplar, y la Hayes 48 A nº 1, de la que tenemos tres ejemplares. Mientras que
la primera de las formas mencionada se comercializa entorno al 220 hasta el
270, la segunda se incorpora al comercio en los mismos años y perdura hasta
final de siglo. Ambas tuvieron una gran difusión comercial, como demuestra la
aparición de más ejemplares en otros ámbitos como hemos visto en publicaciones
anteriores, y además en los alrededores de Colonia
Patricia Corduba como son la villa altoimperial de Cercadilla, Casa
Carbonell y en las excavaciones que se realizaron en el mismo Teatro Romano de
Córdoba en 1994. Sin embargo, no contamos con una cantidad suficiente en
Córdoba para corroborar que tuvieran un gran índice de dispersión, a pesar de
documentarse estas formas como las más comercializadas en el Mediterráneo en
estas fechas. Por lo que una primera conclusión de todo esto es que la
comercialización de la producción C de TSA en Hispania fue moderada. Esto
puede explicarse por varias razones, una de ellas es la gran cantidad de
cerámicas de la forma Hayes 50 A que encontramos para estas fechas. En el
momento del terremoto, era el producto africano que más se encontraba en uso.
A la información cronológica que
nos ofrece el registro cerámico debemos complementarlo con la que nos aporta la
numismática: se han documentado monedas de Claudio II el Gótico que nos da unas
fechas de término entre 270-280 d.C., lo que atrasa la fecha anteriormente
sacada del análisis de las cerámicas africanas. De la misma manera, podemos
disponer de una fecha de inicio para esta fase a finales del siglo III por los
testimonios de la forma Hayes 50 y la ausencia de producción TSA D.
TSA C: Hayes 50 A |
El segundo proceso de colmatación se ha identificado como la rehabilitación de los derrumbes,
utilizados hasta entonces como vertederos, para conformar los distintos suelos
en rampa y volver a utilizar la zona como lugar de paso entre terrazas. Durante
este proceso y el estudio de los materiales recuperados de las UUEE
relacionadas con el mismo podemos documentar los distintos cambios, ya no sólo
a nivel urbanístico, sino también a nivel de vida cotidiana y comercial que se
llevaron a cabo en el siglo IV. Uno de estos vestigios que nos indican tal
fenómeno es la ausencia de TSA D en las UUEE 4 y 5, que pertenecen al momento
de la conformación de la rampa para la
reapertura del paso de la Terraza Media Oriental y su presencia en las UUEE 11,
3 y 2, estratos que corresponden al momento en el que el teatro ya no se usa y
se somete a un expolio sistemático.
Tan sólo se ha documentado una
forma de producción D en la UE 5: la Hayes 58 en sus ejemplos nº 1, 5, 9 y 11,
lo que permite concretar la cronología entre el año 300, momento en el que se
comercializan los ejemplares nº 1, 5 y 9, y el 370, fecha en la que dicha
comercialización llega a su término. Sin embargo, el ejemplar nº 11 de esta
forma nos permite no establecer la fecha final en la que se ha propuesto, pues
su comercialización realmente se documenta entre los años 350 y 375. Por lo
tanto, el plato base durante estos años es la forma Hayes 58 B, que a finales
del siglo IV dará paso a las formas Hayes 59 y Hayes 61 A.
En cuanto a la numismática,
arroja datos esclarecedores sobre las fechas finales de este proceso gracias a
las monedas documentadas como de Claudio II el Gótico y Valente, que nos dan
una cronología entre 364 y 368.
La tercera fase de colmatación se identifica con el momento en el
que se derrumba la fachada nororiental de la cavea (UE 3), quedando el paso definitivamente inutilizado para el
tránsito de personas por el paso de la Terraza Media en época tardoantigua, a
lo que le sigue el abandono y expolio
del teatro. Es en este contexto cuando aparecen las formas de producción D
Hayes 59 y Hayes 61 A en las UUEE 11, 3 y 2.
Para entender la importancia de
la ausencia y presencia de la producción D en estos contextos debemos comprender
el desarrollo que tuvo la importación de las formas clásicas de los platos de
la producción D a lo largo del siglo IV. La forma Hayes 58, que aparece en el
paquete de suelos del UE 5 y que abarca cronológicamente los primeros cuartos
del siglo IV, es la única que se constata para su contexto estratigráfico a
pesar de que generalmente esta forma coincide en su difusión comercial con la
forma Hayes 59. En cambio, la forma Hayes 59 se documenta las UUEE 11 y 3,
coincidiendo con el final de la comercialización de la forma Hayes 58 B, y a su
vez cuando aún no se encuentran vestigios del comienzo de la difusión de la
siguiente forma que toma el protagonismo del comercio de la cerámica africana:
la forma Hayes 61 A, encontrada los primeros vestigios en el estrato más tardío
de la Terraza Media Oriental, la UE 2, por lo que nos encontraríamos en los dos
últimos decenios del siglo IV. Volviendo a las formas Hayes 58 B y 59, a pesar
de coincidir en fechas de comercialización, entre la estratigrafía de la
Terraza Media Oriental nos encontramos que, cuando comienza a aparecer por
primera vez la Hayes 58 B no lo hace la Hayes 59. Lo que queremos decir es que
la incorporación de los diferentes platos se hace de forma escalonada, sin
coincidir cronológica y estratigráficamente la anterior con la posterior,
definiéndose en este caso gracias a este fenómeno tres momentos muy claros.
TSA D: (1) Hayes 58 B, (2) Hayes 59 A, (3) Hayes 61 |
Finalmente, establecemos el final
de la cronología de la estratificación y el derrumbe de la cavea con los testimonios cerámicos de la UE 2, que como
anteriormente hemos mencionado, pertenecen a la forma Hayes 61 A, que nos
permite prolongarlo hasta el 420, gracias a la complementación de la
información otorgada por la carencia de TSHTM y la ausencia de Cerámica Tosca
Tardía, lo que nos lleva a establecer la colmatación definitiva de la Terraza
Media Oriental del Teatro de la Colonia
Patricia Corduba en los primeros años del siglo V.
En resumen, gracias a los
vestigios aportados por la estratigrafía de la Terraza Media Oriental del
Teatro de Colonia Patricia Corduba
podemos establecer un panorama general de la vajilla utilizada en este
emplazamiento durante el Bajo Imperio y los inicios de la época tardoantigua.
Varias cuestiones planteadas a partir del análisis de los materiales
recuperados en este yacimiento son la ausencia de formas de producción de TSA
A, que nos habla de la dificultad que tal vez encontraba estas formas para
introducirse en el mercado local o porque la estratificación de la Terraza
Media Oriental comienza cuando la comercialización de esta producción cerámica
africana está en receso, ya no sólo en Hispania,
sino en todo el Mediterráneo. Por otro lado, nos encontramos que por los
hallazgos realizados en cuanto a las formas pertenecientes a la producción C,
el protagonismo total y absoluto se lo lleva la forma Hayes 50 en detrimento
del resto de formas de la producción.
En cuanto a la primera cuestión
planteada, la reducida presencia de TSA A puede estar condicionada también por
el hecho de que estas mercancías que lleguen a una ciudad del interior como
Córdoba dificulta su expansión en cantidades considerables. Sin embargo, el
testimonio de formas como Lamboglia 24 (Hayes 6C nº 42) y Hayes 135 nº 5 nos
habla de que realmente se demandaban estos modelos, existía el comercio de la
producción A pero de forma reducida. Además, debemos añadir la obstaculización
que ofrecía el éxito del mercado de la sigillata
producida en los alfares de Andújar, que también condicionará a la difusión de
la producción C en este ámbito geográfico pues, cronológicamente, ésta última
coincide con el nacimiento y el desarrollo de los talleres locales de imitación
de cerámicas africanas.
Por otro lado, cuando hablamos
del siglo IV en el análisis de la Terraza Media Oriental del Teatro de la Colonia Patricia Corduba, debemos volver
de nuevo a la cuestión de la sucesión en
el comercio y su difusión por el Mediterráneo de las formas más exitosas dentro de las producciones C y D (Hayes 50,
58 B, 59 y 61 A). Ello nos habla de una intención claramente definida en cuanto
a que no se importarían dos formas con tan amplia difusión. La producción D, de
la misma manera, se verá perjudicado por la ambición de los talleres locales de
imitación, dificultad que se le añade a las circunstancias de la escasez de
recursos de las ciudades durante los siglos IV y V y a la gran dispersión de la
TSHTM. Pero quiénes realmente sufren con mayor peso este fenómeno de imitación
cerámica son las cerámicas de cocina africana, las piezas más imitadas con
diferencia.
En definitiva, podemos establecer
una carencia de productos africanos en comparación con otras producciones
cerámicas que se dan en las mismas fechas y cuyo mercado se encuentra más
cercano en cuanto a términos geográficos nos referimos, como la TSHT. Y a pesar
de la carencia, marginalidad o dificultad de Colonia Patricia para incorporarse a las rutas comerciales del
mercado africano mediterráneo, encontramos nuevas formas africanas como es la
Hayes 200.
Cerámica de cocina africana: Hayes 200 |
Laura Sánchez
BIBLIOGRAFÍA
MONTERROS CHECA, A. J., (2002), Cerámica africana en Colonia Patricia: aportaciones a partir de la
estratigrafía del teatro romano de Córdoba. La Terraza Media Oriental, en Rómula,
I, pp. 187-224
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